Autopsia de un abrazo
Ahí estaban ellos dos, de nuevo. Viéndose a los ojos sin saber qué decirse. Deteniendo intempestivamente el pequeño espacio entre los dos. Ambos bajaron la vista hacia ese vacío, pensando tal vez en poderlo reducir con solo verlo. Obviamente, eso no sucedió. Continuaron el viaje de sus ojos hacia el suelo, viendo como los pies de ambos bailaban, como si un inoportuno chicle se hubiera pegado a sus zapatos. Ambos sonrieron, sabían lo que eso significaba. No era una sonrisa burlona, no de esas que hacen mofa de la debilidad y la pena. No, eran sonrisas de comprensión, de ironía, casi de secretismo. De pronto, cada uno de esos pies, primero los dos derechos, después los dos izquierdos, dieron un paso. No eran grandes zancadas, sino más bien pequeños avances, casi imperceptibles. Y lo hubieran sido, si no fuera porque reducían la distancia entre ellos casi a la mitad. Lo curioso era que, para los demás, esos pasos si pasaban desapercibidos. Viéndolo desde lejos, la mitad de una pequeña dis...