Viví, y era libre. Y morí cuatro veces en un fin de semana, si no es que más. Pero ese dulce sabor de un sueño cumplido deja en mí una alegría inigualable. Ayer pensaba, por cuestiones amorosas, que la vida me estaba debiendo un gran karma a favor. Es decir, que ahora me agarraba a golpes y me podría tirar, pero que llegaría un momento en que todo eso me lo pagaría con buenos intereses. Hoy entiendo que no es así. El gran saldo a favor que creo tener, me lo está pagando en otros rubros. Nadie puede ser feliz en todo, exitoso en todo. La vida simplemente no funciona así. Y con tan grandes bendiciones que tengo en mi camino, no puedo quejarme porque algo no salió bien. Aunque me he tardado en escribir estas líneas, creo que es el momento justo. Todos los días nacemos nuevos y con nuevas alas, y morimos con nuevas heridas, diferentes punzadas y dolores. Seguimos muriendo como esos personajes del teatro, que sólo salen de su caja para presentarse unos minutos, y luego deben reg...