Te propongo una tregua, en tu cama, en la mía, en la que sea, pero neutra. Rompamos lanzas, bajemos escudos, saltemos vados. Que sea nuestra piel la que juegue, reconociéndose a si misma en ti y en mí. Despliega tu bandera blanca, de pañuelos del aftersexo y del cigarro metafórico , de la conversación (y el abrazo) posterior. Reafirmate segura, insegura, tú. Que yo haré lo mismo. Dispondré de mi rifle, entregaré mis pistolas y vaciaré mis balas a tu lado. Lástima de aquéllos que se aferran a la violencia de la soledad. La nuestra es paz en compañía. Hagamos una tregua, pues, por ellos. Los ves venir, con su caminar pausado, sus migajas de pan en la solapa, su mirada larga y ensoñada. Hagámoslo por ellos, por que existan, por que sucedan. Hagámoslo por todos, los que de aquí empiezan, por los futuros que anhelan. Hagámoslo por nosotros, por la oportunidad de sabernos sabios y profundos, húmedos y llorosos, emotivos y sensibles, fuertes e imposibles. Hagamoslo por los cachorros,...