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Mostrando entradas de julio, 2018

Olvidándome

Siempre pensamos el olvido como si fuera una cárcel como el camino final de amores y de romances. Y no es así perdóname decirte mi constante acompañante mi enamorada del cine. El olvido no es final es solo un paso intermedio es el duelo de la vida por recuerdos tan ajenos. El olvido es el camino entre la paz y el rencor el que olvida siempre sabe que olvidar es lo mejor. Y sin embargo pasa que el olvido es momentáneo todo vuelve a su lugar casi como un engaño. Lo que vuelve siempre queda con mejores intenciones con aromas más intensos con colores delicados Y es así que ese recuerdo que es recuerdo del recuerdo queda por siempre listo para otra vez ser amado.

Las bugambilias

Caían, en lluvia los pétalos de la bugambilia que detrás de nosotros nos veía como quien ve a los niños jugar. El suelo, tan púrpura tan lleno de lágrimas de flores de aromas materiales de colores tornasoles. Y tú, bugambilia morada de abrazos apretados de piernas sempiternas me veías a mí, hacía mi adentro. Y yo, explorador del bosque recolector de memorias te veía sin mirarte te tocaba al olerte. Ese día de ese octubre de hace años las flores ya sabían (lo que nosotros preferíamos ignorar): la eternidad es efímera.

Lo que no tengo

No tengo (y no sabes como me afecta) los dientes perfectos la sonrisa blanca y sin mancha sin defectos, carismática. No tengo el abdomen plano la comida no me deja me seduce y el ejercicio (no debería decirlo, pero es verdad) me aburre. Tampoco tengo la altura de miras no soy el estratega ni el planeador ni si quiera el buen administrador. Podrías pensar que tengo inteligencia pero ¿qué es inteligencia sin genialidad? ¿Qué es, cuando no lo acompaña el talento o la paciencia? No tengo arrojo ni manos duras mi masculinidad colapsa y mi pelo se encanece ante la mirada de quien osa observarlo. No tengo canicas ni juegos de niños ni acuarelas creativas en el refri de mis padres. Sólo tengo esto una vida que se acaba unos sueños que se esfuman que caducan, que se inflaman una cabeza cansada y unos pasos que se pausan.

Soñar morir

Ayer soñé una premonición soñé que me moría que me veía tirado sangrando nubes humo, colores. Vi mis ojos vacíos vacíos del vacío de la existencia llenos de la totalidad de la muerte abiertos con alas al vuelo. Vi mis piernas en una posición inconcebible como muñeco sin cuerda como flor quemada por el sol. Vi mi torso sin inflarse sin ese vaivén de oxígeno y llamas sin oscilar al viento y al tiempo. Vi mi cabeza tan irreal, tan abierta qué ironía que al morir mi cabeza se vea tan pequeña como desinflada como si se le escaparan las ideas. Y vi mis manos y mis muñecas mi bisturí y mis pulseras y pensé: ¿por qué será que nunca colgué un calendario?