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Mostrando entradas de abril, 2018

Bruma

Para cuando regreses la bruma se habrá esfumado las sierras se habrán erosionado los valles serán tan planos que sólo verás llanuras. Para cuando regreses las nubes hoy cargadas de lluvia se habrán marchado ya quedando un sentimiento raro de desolación y desamparo. Para cuando regreses los bosques no serán ya las selvas no existirán desiertos seremos todos. Y así, cuando regreses todo habrá cambiado y quizá también mi amor o no, quizá sea eterno.

Huracán

Desde el sur parecía que no habría lluvia no se veían las nubes ni se oían los truenos. Sin embargo, comenzamos a viajar y a cada paso había pequeñas gotas que nos recibían como cantando como limpiando un poco el polvo del camino. Tantas gotas fueron que comenzó el chaparrrón que parecía fugaz pero no lo fue. La tormenta vino después con el viento afilado como comillos las nubes negras cargadas de luces y de agua la oscuridad se hacía presente. Y hacia allá, en la parte más oscura al fondo del huracán era a donde íbamos sabiendo que no podríamos volver sabiendo que la oscuridad nos tragaría.

A mar

Sabes a mar, a sal de lágrimas de tiempos pasados, siglos anteriores de navíos encallados, a coral pulverizado. Tienes ese sabor de los días nostálgicos de una infancia perdida y en soledad, de la arena lodosa de los juegos de niños. Tus sabores se entremezclan los unos con los otros los salobres con los dulces los amargos con lo umami y sin embargo predomina tu sal. Esa que no es blanca ni cristalina ni siquiera realmente salada esa sal que llevas en ti, así como el mar, cuando te recuerdo.

Tempestad

Nos aferramos entre esta tempestad de humo y arena nos agarramos fuerte en la oscuridad de la argolla del destino. Sin que nos importe el viento, el humo la falta de visibilidad seguimos adelante, arrastrando, jalando el pasado. ¿Qué nos deparará? ¿Qué nos espera más allá de la bruma? Quizá haya mas neblina, nubes grises quizá amaneceres. Nunca lo sabremos.

Prosema I

¿Qué quieres que te cuente? ¿Las veces que he caminado solo para llegar a tu compañía? ¿Los días que han pasado sin que vinieras y los que pasaron contigo, pero sin ser de ti? ¿Quieres que te cuente las mañanas frías, los abriles lluviosos, los libros olvidados? O dime, si te atreves, que prefieres saber: la cantidad de pasos que daremos juntos, los meses de lluvia pero con café, las mañanas frías entre cobijas, las risas de olvidar libros en los viajes y los silencios de estar solo y contigo. Siéntate, te contaré de todo.

País

Yo soy mi propio país con mis caminos mis carreteras con mis calles y avenidas algunas recorridas diariamente otras vacías por largos tramos. Tengo también mis climas distintos mis lluvias mañaneras mis soleados valles mis desiertos labios mis bosquecitos de manos y mis mares y océanos. Tengo mis variados estados mis leyes y mi historia cientos de revoluciones alguna, intocable, independencia mis gobiernos totalitarios dictaduras, reyes, mercenarios. Y en este país, de emociones y canciones nadie gobierna, nadie produce sólo hay revueltas, internas, de amores insalubres.

Cielo

Vámonos al cielo si quieres te presto mis alas o si gustas usa el helicóptero mortal de las espadas que si morir y vivir es mirar hacia las nubes no hay por qué llorar ni sufrir cuando uno se va al cielo. Vamos, al menos yo me voy con mis ojos cansados de la tierra con mis manos llenas de piedras y de fe con esos pies que ya no quieren seguir la senda ni conocer más de escaleras y hierba. Llevaremos provisiones, lo aseguro algunos recuerdos (no pesados, para poder levantar el vuelo) bastantes sueños, que en realidad son el combustible de mis alas variadas risas y música y arpones conversacionales nos retaremos a cada aleteo, a volar cada vez más alto y a tratar de tocar la nube que está allá, perdida como si nadie la quisiera. Me voy con brazos nuevos tendré una mirada distinta casi azul, casi perdida en la inmensidad del alma inquebrantable que habita allá arriba o que quizá nunca ha existido. Vámonos, te pido, al cielo; a volar o a morir.

Que suene

¡Que lluevan canciones! Quiero que caigan acordes sonoros en mi cuerpo que resuenen cuerdas y voces sobre oídos dispuestos que los sordos sepamos lo que es la armonía. Quiero que las aves canten que los caminos resuenen que las montañas reverberen que todo converja en un sonido último que los árboles sepan cómo suena la lluvia y que los tótems sagrados caigan por el impacto del ruido. Que los bosques se estremezcan, que tiemblen en el silencio las cascadas de agua y pelo que viven en la selva. Y que al final sólo suene el silencio agobiante, impaciente, estremecedor. Como el canto de los dioses, como la orquesta de cámara que hay en tu voz.

Buscar

Te encontraré sé que estás ahí expectante hecha bolita o en un rincón sentada tranquila esperando sabiendo sabiéndote eterna. Sé que te he de encontrar en tu lugar de siempre que habré de descubrir de nuevo. Sé que estarás ya sin ganas de ser encontrada o de ser olvidada y aún así una parte de ti me estará esperando. Te podré divisar a lo lejos con tu vestido añil con tus manos sobre el regazo casi como juzgando mi tardanza. Pero sabrás, esperanza, que te estuve buscando.

Miedoso

Tengo miedo a escribirte a poner en palabras lo que pienso a crear sentimientos reales de los muchos que tengo que pueden ser irreales o imaginarios o fantásticos. Tengo miedo a pensar en ti pasar de ti sentirte a ti y perderme a mirarte en mi imaginario y saberme tuyo y de ti y pensar en si tu pensarás lo mismo. Tengo miedo a crear una imagen de tu rostro de tu cabello, del largo que sea de tus ojos, con la mirada que corresponda de tus labios, llenos de palabras y besos y suspiros a encontrarte vagando entre neblina en mi mente, tan tú, tan viva como siempre. Tengo miedo, lo sé, a describirte, y a veces, también, a descubrirte.

Viajes

Quiero que viajemos que recorramos en el cielo en el suelo, en el mar las longitudes de nuestra separación. Viajaremos en silencio con música, con libros con sonidos guturales y pastillas de sabores Con dinero que no conozcamos y polvos que no sean nuestros. Con desconocidos, con conocidos con todos los que somos. Viajemos pues, sin pausa por la vida, que no es mala por la muerte, que se acaba viajemos por la esperanza.