Amores lunares
Hoy que la luna nos ve ¿no crees que deberíamos tener más cuidado, tu y yo? Ella nos ha seguido, por varias noches seguidas y quizá ya haya contado, como acostumbra, a algún confidente misterioso los amoríos que ha podido atestiguar. Mejor deberíamos por aquello del secretismo silencioso por ese tema de la privacidad lapidaria guardarnos de la mirada persistente de la luna. Quizá sea lo ideal andar a tientas en la oscuridad con las persianas cerradas para evitar curiosas miradas lunares. Tu sabes, infante selénico, de la furia de Coyolxauhqui, de sus celos, tu sabes, que ella te guardaba para ti. Tal vez lo mejor sea, por ti y por mi (y por ella) que siga el misterio de tus andanzas nocturnas hasta que esa luna madure lo suficiente para entender que ahora su hijo ya no regresa a sus brazos.