Amores lunares

Hoy que la luna nos ve
¿no crees que deberíamos tener más cuidado,
tu y yo?

Ella nos ha seguido, por varias noches seguidas
y quizá ya haya contado, como acostumbra,
a algún confidente misterioso
los amoríos que ha podido atestiguar.

Mejor deberíamos
por aquello del secretismo silencioso
por ese tema de la privacidad lapidaria
guardarnos de la mirada
persistente de la luna.

Quizá sea lo ideal
andar a tientas en la oscuridad
con las persianas cerradas para evitar curiosas
miradas lunares.

Tu sabes, infante selénico,
de la furia de Coyolxauhqui, de sus celos,
tu sabes, que ella te guardaba para ti.

Tal vez lo mejor sea,
por ti y por mi (y por ella)
que siga el misterio de tus andanzas nocturnas
hasta que esa luna madure lo suficiente
para entender que ahora su hijo
ya no regresa a sus brazos.

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