Tejer

Me tomas en tus manos
redondo
templado
como una concha marina
como un planeta en chiquito

Una madeja de estambre
de hilo fino
soy
y me observas enredado
palpitante
y te quedas calladito
como esperando
como cirujano minutos antes de empezar un trasplante.

Y eso haces
con la paciencia de un anciano
retiras el amarre duro del exterior
el nudo que ata y mantiene todo en su lugar
pero no permites que me abra de golpe
sino de a poco
con el tacto de un arpista
como quien teje al desenredar.

Esa es tu gran habilidad,
conocerme en silencio
bordarme y descubrirme con insistencia
con palabras, con miradas y con besos y con manos
descubriendo el secreto que hay dentro de tanto hilo:
soy, en realidad, una singularidad desnuda.

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