Ternura

Tu perfil, a la media luz de unas noticias deportivas que sirven de poco. De nada, de hecho, al menos para la circunstancia. Tu perfil, completo. De cadera a cabeza, así que casi completo. Tu cintura, tu talle, tu tierna piel, expectante. Nada espera mas que un roce, un contacto ligero. A nadie espera que no sea yo. Vientre fiel de mis deseos, de tus anhelos y nuestras esperanzas. Vientre fiel de nosotros y nuestras vidas. Subo mi dedo ya experto en ti, pero inexperto todavía en general, subiendo a tu seno, sintiendo tu palpitar, que, rítmico, me indica cómo debo proseguir. Subo y sigo subiendo, por el filo de tu clavícula, que tiembla ligeramente, pero nunca se emblandece. Ahí permanece, estoica pero sensible a mí. Asciendo poco a poco, casi sin tocar tu cuello, al filo de tu mandíbula. Estiras tu cuello, y veo tus pequeñas venas, tus músculos tensos. Es lo único que se ha tensado en mi trayecto curioso, lo único que no pudo vencer la caricia. Recorro ese borde, que me lleva por detrás de tu oreja. Ahí, te rozo mejor, haciéndote del conocimiento de que te quiero sólo a ti. Tomo entonces uno de tus rizos, de esos que se te forman ahí, detrás de la oreja cuando te despeinas. Lo tomo, y voy agarrando más cabellos, hasta encontrarme, casi inconscientemente, acariciando todo tu pelo, en un sueño. Es ahí donde más tardo, donde invierto más tiempo, separando tu cabello en mechones, dejando caer mis dedos hasta su punta. Y de ahí, en un salto que en cualquier otra situación sería normal pero que ahora resulta casi imposible, por lo seductor que resulta tu cabello, paso a tu mejilla, suave, tersa, diseñada para mis manos, para caber completa en una de ellas. Y entonces, volteas. Me ves con esos ojos soñadores, de un hermoso café que parece de mil colores compuesto. Es cuando me olvido, caigo rendido a tus pies, a tus ojos que me conquistan finalmente, cuando mis dedos habían vencido tantas seducciones y habían seguido su camino. Entonces me declaro derrotado, a expensas de ti y tus deseos. Porque es tu mirada la que me conquistó, no esta de ésta noche, sino la primera, la más misteriosa, la de mayor significado. Esa que llenó mis ojos de recuerdos miles, de historias y anécdotas tuyas. Esa mirada primera que más que mirada fue tatuaje, que más que reflejo fue impresión. Esa mirada que fue prueba real, de que la ternura existe.

Comentarios