...my favorite martian meets alf...

Fue un encuentro extraño, casi fortuito. Era de esas cosas que cambiarían la vida de los involucrados. O tal vez no. ¿Acaso sería que así debió haber sido?

Un marciano y un venusiano, caminando por la vida juntos pero no revueltos. Con historias similares, pero no las mismas. ¿Cuántas historias no tendrían que contar? ¡¿cuántos años luz no había recorrido?! Y sin embargo, podía parecer tan extraño, pero habían coincidido en ese planeta azuloide.

Sin un plan de vuelo determinado, el venusiano había aterrizado de emergencia ahí, en un lugar que nada se parecía a su planeta de origen. Pasó tiempo buscando una solución a su problema. ¿Quién diría que cambiarle una llanta ponchada a una nave espacial puede ser tan complicado?

Y vagando por ahí se encontró con el marciano, aunque no sabía que lo era. El individuo de Venus, tontamente, lo había confundido con cualquier terrícola, pero bueno, no se le podía juzgar por eso: el marciano era realmente un terrícola, al menos físicamente. De hecho, también el venusiano parecía terrestre.

En cambio, el marciano inmediatamente reconoció algo inusual en el otro individuo, algo que lo intrigó. Mientras que platicaban de llantas ponchadas y refacciones, se dio cuenta que el tipo extraño con el que hablaba era un venusiano. Sólo los habitantes de ese planeta manejaban un A22/89, incluso en el mismísimo año 9 de la era tech. Eso era de entenderse, los venusianos no la habían pasado nada bien en la última recesión interestelar. De hecho, habían necesitado apoyo del Banco Real Interplanetario.

Entonces, el marcianito, con todas sus limitaciones, le ofreció su ayuda. Y es que este marciano no sólo era simpático, sino además educado en el arte de la mecánica aeroespacial. A cambio, le dijo, el venusiano lo llevaría hacia Marte, que al fin y al cabo le quedaba de pasada.

El venusiano se sintió sorprendido. Primero de verse desenmascarado, y segundo, lo impactó el hecho de haberse encontrado con un marciano educado y cordial, a diferencia de la mala imagen que estos tenían en todo el universo. Por eso, y por el hecho de que realmente necesitaba su ayuda, decidió darle el aventón hasta Marte.

Los dos se pusieron a trabajar, uno en los preparativos del viaje y otro en la reparación de la nave. Día y noche trabajaban, sorprendidos todavía de la inusual cantidad de satélites visibles desde ese planeta.

Al final, los dos subieron a la nave, dejando a los terrícolas atrás. Viajaron una cantidad inmensa de kilómetros, para llegar, primero a Marte y luego a Venus. Despúes de intercambiar teléfonos espaciales, se despidieron, dejando que un poco de nostalgia se liberará al sistema solar. Los dos individuos siguieron en comunicación, bendiciéndo el momento en que se habían encontrado. Y los terrestres nunca se dieron cuenta de quien había estado en su planeta.

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