...tal vez algún día...en alguna otra vida...

Sucede que ahora, en este instante, en este preciso instante, no sucede nada. Para nada hay movimiento, menos inspiración. Sucede también que la historia se regresa, y que la justicia es ciega, pero no tonta. Sucede que el karma no sucede, sucede que lo que debería de suceder no pasa. Sucede entonces que la cordura se ha perdido.

Pasan demasiadas cosas. Y no pasa nada. Pasa el tiempo, pasa el espacio, pasa el vacío. Pasas tú con tus pretextos, y él, pues con los suyos, claro. Pasa la vida sin descanso y el futuro sin espera. Pero sobre todo, pasa el pasado.

Es que nada es claro. Es esa dimensión aparecida, diluida. Es esa vorágine suicida, es ese corazón desenfrenado. Es ese palpitar sin descripción, es esa esquela del pasado.

El resto de la vida, el resto de la muerte. La carne en el asador, el último tirón, la última partida, la última jugada, incluso la última movida.

Y sin más, el cordón se rompe. Se revela la última de las jugadas maestras de la vida, en esa en que tu y yo chocamos, provocando una reacción en cadena. Tú, con tu pasado sin retorno, yo con mi futuro inalcanzable.

Si tu lo sigues, y yo te sigo, no hago mas que seguirlo a él. Y, pensándolo bien, ¿para qué quiero seguirlo? ¿Y quien me sigue a mí? Ahí está el detalle.

Yo todo sentimiento y tú toda convencida. Pero sigue eso, que mantiene la espera y la agonía. Sigue el equilibrio entre lo que es y lo que puede ser. Entre ser tu y ser ELLA. La ella de la historia de cuento de hadas, que llega para curar heridas y salvar errores. La ella que es sólo un mito. La ella que cuentan las novelas. Esa ella por la que sentirás eso. Ya sabes a que "eso" me refiero. ¿O querés que te lo diga?

La ironía y el humor negro se han casado, y encontraron nido en esta vida. Ya para nada sirve esperar, en ese proyecto eterno de que todo sucederá por azares del destino. En un mundo lleno de posibilidades, ¿qué puede estar predestinado? O tal vez, solo tal vez, hacer nada signifique hacerlo todo. Estar quieto no es lo mismo que avanzar, pero para nada es retroceder. Tal vez, deberíamos dejar que dios juegue a los dados.

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