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Mostrando entradas de 2020

Origami

Camino entre fantasmas les hablo de ti mantengo conversaciones imaginarias con los rescoldos de las cosas que no sucedieron Vagando entre polillas encuentro un fragmento de tu sonrisa entre cajas que no deberían estar aquí y rollos de fotografía aun sin revelar. Desarrugo la sonrisa y la comienzo a doblar haciendo un origami con tus labios creando un cisne con el blanco de tus dientes y pasando por debajo los hoyuelos de tu rostro. Veo mi creación, tu escultura los dobleces del recuerdo del rostro que no es y pienso en piras ancestrales rituales paganos del pasado y magias oscuras que aún existen escapando de la hipertecnológica cultura de la ciencia Y enciendo con un cerillo el gesto que ya no será y lo veo quemarse mientras sonrío porque la ironía termina siendo demasiado dulce porque el vacío de quemarlo solo se llena de ceniza y porque al fi...

Perdido

Hace unos días que he vuelto a huir del espejo. No me siento yo. No me siento nada. Sé que camino y que me muevo, que duermo, que trabajo. Y sin embargo también sé que mi mente se queda, en un espacio vacío al fondo de todo, donde las cosas ya no tienen dimensión ni orientación ni velocidad. Algo falta. Mi mente reside en ese espacio, a sus anchas, mientras mi cuerpo va en abandono por la vida, recorriendo caminos conocidos y reviviendo conversaciones pasadas. ¿Qué diálogo original se puede tener con un cuerpo que solo deambula?  Pareciera por momentos que mi mente está encuartelada, atrincherada en el vacío de sí misma, como esperando a las bombas caer (o subir) del cielo. En otros momentos pudiera pensar que mis ideas van en busca del espíritu, como si este estuviera perdido, ciego de propósito y ausente de motivos. ¿Dónde estará mi espíritu? Y así es como llego a pensarlo, a sentir que si mi espíritu se perdió, si mi mente fue tras de él, ¿cuánto faltará para que mi cuerpo me ab...

Dejar

Te dejé las llaves, como siempre, sobre la mesita azul las fotos donde estaban, no guardé ni una la ropa alborotada sobre la cama, arrugada por fantasmas mis lentes guardados en su caja, en el fondo del cajón secreto los platos y ollas, secándose en la cocina las verduras en el refrigerador, donde deben de ir los peluches en el suelo, donde pertenecen los mandalas entre libros, para que te entretengas buscándolos los rastrillos y la maquinita rasuradora, en la maleta a medio hacer (así como parte de mi ropa interior y mis camisas) mi taza de café, todavía llena y la copa de vino, agrietada a mordidas te dejé todo eso te dejé.

Identidad

Soy las manías mal entendidas de mi abuelo y las irreverencias de su madre soy la fuente de cordura y el centrado humor de mis hermanos soy la herencia de un árbol sin sentido historias que no deberían de existir y sin embargo son soy la simple superposición de pasados y futuros y la constante interrogante del presente soy, así, tan transparente como el espacio ínfimo entre átomos y soy, en calidad de préstamo, el cúmulo sensible de mis ánimos soy, quizá por elección, quizá por mandato una resonancia terrible del porvenir que azota sin sentido la calma del mañana y que grita entre vacíos las noticias que están por suceder soy todo lo que todos hemos sido mareas de emociones en una esfera pulcra de obsidiana oscuridad latente en la esquina ignorada palabras del tiempo, todas deshojadas.

Tejer

Me tomas en tus manos redondo templado como una concha marina como un planeta en chiquito Una madeja de estambre de hilo fino soy y me observas enredado palpitante y te quedas calladito como esperando como cirujano minutos antes de empezar un trasplante. Y eso haces con la paciencia de un anciano retiras el amarre duro del exterior el nudo que ata y mantiene todo en su lugar pero no permites que me abra de golpe sino de a poco con el tacto de un arpista como quien teje al desenredar. Esa es tu gran habilidad, conocerme en silencio bordarme y descubrirme con insistencia con palabras, con miradas y con besos y con manos descubriendo el secreto que hay dentro de tanto hilo: soy, en realidad, una singularidad desnuda.

Desierto

Nubes de tormenta nos persiguen mientras vamos por este desierto caminando por años, rodeados de memorias movidos por un viento punzante que nos quiebra las entrañas que revierte remembranzas de pasados mas tranquilos. El viento que nos sigue es condena tanto al existir como en ausencia cuando nos acompaña, hiere cuando nos deja, crea este vacío la quietud de un eco sordo que nos recuerda soledades y mareas de lágrimas y desencuentros de noticias de guerras y hambre. El vacío es peor que el viento y peor que el vacío será la tormenta que nos pesará y detendrá que nos ahogará entre estos árboles sin hojas gritando estaremos, los árboles y nosotros sin que ni el vacío nos escuche.

El uso de los cuerpos

Te lo dije y lo escribí y resulta insoportable no poderlo repetir: quiero usar tu cuerpo. De almohada, suave tu pecho quiero usar tu cabeza de caldero y tu mano de esténcil que me marque, que me pinte, que me corrompa en mi pureza marginal en mi blancura insospechada. Quiero utilizar (si te es posible) tu cuerpo de calentador aparta de mí este frío que remueve mis entrañas que me achica desde adentro y que me entorpece al caminar. Tiemblo, así de frío y de fealdad cuando tu cuerpo no está ahí para ser mío cuando tu mirada se ausenta divagante entre otros cuerpos que no existen entre personas que son de sombras. Y sin embargo, cuando está, cuando tu cuerpo está cuando tu estancia es presente y actual y real (e insoportablemente leve) siento estas ganas terribles de tomarte y redefinirte aunque sea por unos instantes como algo más que persona como tantas cosas simultáneas todas, egoístamente, para mí.

Amores lunares

Hoy que la luna nos ve ¿no crees que deberíamos tener más cuidado, tu y yo? Ella nos ha seguido, por varias noches seguidas y quizá ya haya contado, como acostumbra, a algún confidente misterioso los amoríos que ha podido atestiguar. Mejor deberíamos por aquello del secretismo silencioso por ese tema de la privacidad lapidaria guardarnos de la mirada persistente de la luna. Quizá sea lo ideal andar a tientas en la oscuridad con las persianas cerradas para evitar curiosas miradas lunares. Tu sabes, infante selénico, de la furia de Coyolxauhqui, de sus celos, tu sabes, que ella te guardaba para ti. Tal vez lo mejor sea, por ti y por mi (y por ella) que siga el misterio de tus andanzas nocturnas hasta que esa luna madure lo suficiente para entender que ahora su hijo ya no regresa a sus brazos.

Náufrago

Aún recuerdo esos días en que sentía un río fluir en mis entrañas. En la ventana se acumulaban las gotas de un rocío mañanero que recordaban tus lágrimas y mis suspiros De mi voz, reservada por tanto tiempo surgían huracanes, tifones, vendavales tormentas de palabras y silencios sinfonías de gritos y ahogos. La ausencia era, sin más, una marea que lo bañaba todo que abarcaba la mirada y la conciencia y que se filtraba entre las maderas de mi barco insistiendo en inundar los interiores de mi alma. Y aunque era pacífica, ésta marea era una amenaza de naufragio tan pausada que parecía inconsecuente pero que llevaría, tarde o temprano, a mi hundimiento. Y así fue. Aunque no quise aceptarlo lo sabía hacíamos agua desde hace mucho las provisiones mojadas el moho invadiendo las bodegas y el crujir de la madera precediendo al rompimiento. Una mañana, calmada como las demás tuve que abandonar el navío olvidar las anclas y las velas y nadar hacia la playa más c...

Corporal

Yo tuve un cuerpo lo tenía guardado chiquito, comprimido en un cajón solitario donde nadie husmeara dispuesto en un paquete atado, reducido, como un regalo íntimo como calcetines nuevos la mañana de Navidad Yo lo tenía, y un día lo inflé todo nuevecito y lo lancé al mundo del coraje de la ironía y la sorna y la zozobra Mi cuerpo regresó herido seguía siendo mío pero cojeaba, rengueaba sin remedio se cubría, se tapaba y yo lo obligaba a seguir porque la vida estaba allá afuera no en casa sino allá, en la desnudez pública en lo remoto del otro en la empatía irreal de un grupo de ciegos en sonrisas que no juzgan, pero que sabes que sí lo hacen Y mi cuerpo salió, de nuevo a tratar de sobrevivir a la dureza de las navajas al frío de miradas a la lluvia de palabras afiladas a la intemperie, ahora disque protegido y volvió, convertido en tormenta, como un ave malherida sin alas, sin plumas, torturado de caricias sin zapatos y sin piernas terriblemente abusa...

Hueco

Tienes en el pecho un vacío un agujero una esfera negra de la nada que absorbe todo lo que toca que se queda con aquello que lo observa. Ese espacio ese hueco sin nombre no es oscuro aunque parezca es tan luminoso que todo lo enmascara y aquella luz que se atreva a asomarse desaparece, ante la mirada de un espectador imaginario. Es de naturaleza extraña es alma de estrella y molino de sueños y detrás tienes un misterio lo profundo de tu ser que no es tan tuyo (y sí) sino de todos esos átomos robados y de esas historias que arrastras en tus hombros. Detrás de ese hueco está una perla la materia concentrada del pasado el espacio revuelto del futuro y el hilo delgado del presente. Esa perla es densidad, es atracción es el motor del esfuerzo de la vida es lo que habita cada respiración y es, en ti, la risa de un libro al cerrarse.

El llamado "otoño"

Los estados arden la gente inconforme incendia las calles con proclamas los líderes callan, callan cuales piedras muros pintados, monumentos los líderes merecen ser rayados. Cierran las puertas lanzan sus gases pero la voz es fuerte la voz sincera resuena en la entraña de un pueblo que no quiere discursos quiere realidades quiere paz quiere sustento quiere comer. La democracia atacada por todos lados una élite inútil que la violenta una generación que no se ve protegida por ella que la destroza por innecesaria por falsa por conceptual. Y otros la necesitan la piden la exigen solicitan, con piedras, con fuego el respeto al voto. Y los votados aquellos que ya llegaron que no se quieren ir ríen en sus clubes de machos y de muchos de tantos que se reparten el pastel en rebanadas que engordan que entorpecen y el pueblo el verdadero país lamenta la hipocresía y exige un cambio el que sea un cambio.

Ruptura

¿Cómo se rompe el vacío? ¿Cómos se quiebra la tregua del estío? ¿De qué manera se arrancan de raíz las maldiciones de los suspiros y las premoniciones futiles? ¿Qué podemos hacer con el hilo que nos une pecho a pecho cuando se hiere de nostalgia? Nada más que quemarlo todo llenar ese hueco de humos y bailar entre las llamas. De las cenizas, algo surgirá quizá solo nuestra danza o quizá una promesa de futuro.